Las posibilidades de personalización de la máquina fue un importante desafío para los desarrolladores de software. "No podíamos escribir un software distinto para cada posible variante de la máquina", comenta Höckner. En su lugar, adoptaron un enfoque modular. "Eso funciona muy bien con el sistema de B&R: la primera vez que ponemos en marcha una máquina recién montada, el software detecta automáticamente qué módulos se han utilizado". De este modo, el usuario final solo podrá seleccionar los programas y las etapas de procesamiento que la máquina realmente puede llevar a cabo.
"Para nosotros, la experiencia de usuario es siempre la máxima prioridad", afirma Aigner. "Y, en el caso de una amoladora de esquís automatizada, esto puede resultar un poco complicado". En una tienda de artículos deportivos, cualquier nuevo empleado sin conocimientos previos puede manejar una máquina Jupiter. Por otro lado, una selección nacional de esquí puede tener a alguien con décadas de experiencia encargándose de la misma máquina e intentando extraer el último gramo de rendimiento para esas carreras de la Copa del Mundo que se deciden por fracciones de segundo.
Una vez más, la respuesta de Wintersteiger para la interfaz de usuario fue un enfoque modular. El modo fácil permite al operario elegir programas predefinidos. Otra opción permite ensamblar programas personalizados a partir de bloques preconfigurados. Y para los profesionales, es posible ajustar con precisión todos y cada uno de los parámetros.